Hoy vi con decepción como un señor le gritaba a su esposa, que cosa más indignante, no sólo porque le gritaba en la calle, a vista y paciencia de todo el mundo, sino porque, por mucha razón que haya tenido, nada, lèase bien NADA, da el derecho de gritar a su esposa de esa manera; no sólo por ser quien era (la madre de sus hijos, su compañera, su etc, etc.) sino por el hecho de ser mujer, si, por ser MUJER¡. El hecho de que haya llegado la liberación femenina, no quiere decir que hemos dejado de merecemos respeto, y una cosa no tiene nada que ver con la otra. Si nosotras exigimos ser tratadas por igual, eso no significa que deban faltar a lo màs sagrado de una persona: la dignidad. Se toma con mucha ligereza el tèrmino liberaciòn femenina, si liberaciòn lo que no es lo mismo: "ahora somos vulgares y debemos ser tratadas como tal, NO, nada màs alejado de la verdad. La libertad como muchas la vemos tiene que ver con romper los paradigmas de que nos vean por igual, que podamos ser jefas y no ser vistas por encima del hombro y por debajo del hombre, que podamos ocupar altos puestos en la polìtica sin que nos menos precien sòlo por el hecho de ser mujer, que podamos ser Almirantes, Generales, Marines sin ser juzgadas y castigadas con el làtigo del indiferencia. Todos los puestos que acabo de mencionar ya los hemos ocupado desde hace mucho tiempo atràs, pero aùn se siente ese frìo agijòn del prejuicio hacia nosotras. La liberación femenina tiene que ver con mucho más que nos sedan el asiento; y tiene mucho que ver con que no nos miren con cara de hambre cuando ( y con todo nuestro derecho) nos ponemos una mini falda, tiene que ver con el derecho de que poder usar cualquier prenda que se nos plazca sin tener que lidiar con tanto acoso; por ahì siempre se escucha: es que la culpable es la mini falda, no señores, no se puede culpar a una prenda de vestir. Nos falta como comunidad, como sociedad, como paìs, como humanos, nos falta un largo camino del reconocimiento y de la aceptaciòn; y como decìa de madurez. Por que ya no es sòlamente las hormonas alborotadas, sino por tantos casos de femicidio en nuestro paìs. Los que terminan en asesinato y los pocos que terminan en mutilaciòn y en graves secuelas que duraràn de por vida, no sòlo fìsica sino psicòlogicas. Es como sociedad que debemos lograr mejorar; la madre que enseña a su hijo varòn desde pequeño a tratar a todo ser viviente con respeto, serà un adulto respetuoso, enseñando a ponerse en los "zapatos" de otro, que pasarìa si a la mujer que acosan con la mirada fuese su mamà o su hermana, como reaccionarìan ?. Como muchos considero que lo bueno y lo malo se aprende desde casa, salvo casos contados. Las enseñanzas de una madre, de un padre o de quien estè a cargo del menor, es lo que lo marcarà para toda la vida, lo que aprende en su entorno familiar es primordial. Por eso los que somos padres tenemos una gran responsabilidad, ser padre implica mucho màs que engendrar y en el caso de las mujeres mucho màs que parir. Todo buen ejemplo y sacrificio que podamos hacer por nuestros hijos es lo que harà de ellos el dìa de mañana. Nada queda en el limbo. El afecto asì como los regaños nos acompañan para siempre, y cuando ya se es adulto uno se da percata de cuanta razòn tenìan en llamarnos la atenciòn, y son enseñanzas que traspasan el tiempo. Luego hacemos lo mismo con nuestros hijos y nos deleitamos contàndoles: de "cuando tenìa tu edad" como si a ellos les importara, pero son tan listos nuestros hijos que nos siguen la corriente. Una sociedad que respeta a los ancianos, a los animales asì misma, es una sociedad digna de admirar y de mostrar al mundo y de servir como ejemplo. Una profesora en mi primer dìa de clases en la universidad, nos contaba sus anècdotas y nos decìa: "no son los hombres los malos ni las mujres son las malas, son las personas, lo cual no es lo mismo", y por mi corta edad y poca experiencia no lo entendì muy bien, pero nunca lo olvidè, y me ha servido mucho a lo largo de mi recorrer por esta vida. Lo importante es reconocernos y aceptarnos tal y como somos: con nuestras diferencias y con nuestras similitudes, pero con consideraciòn y con respeto mutuo. Ni feministas ni machistas, asì creo que una sociedad con igualdad de derechos para todos puede avanzar, sin esos prejuicios del pasado, que nos hacen màs daño que favores.
En fin estamos acostumbradas a salir y enfrentar el mundo como venga, y aunque llevemos cargas muy pesadas, siempre tenemos una dulce y gran sonrisa al llegar a casa y que derritirìa al màs grande iceberg.
En fin estamos acostumbradas a salir y enfrentar el mundo como venga, y aunque llevemos cargas muy pesadas, siempre tenemos una dulce y gran sonrisa al llegar a casa y que derritirìa al màs grande iceberg.
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