"Quiero ser un avestruz¡" es una frase que suelo decir cuando algo muy, pero muy penoso me pasa, y, hoy precisamente quería meter la cabeza en la tierra en señal de : Auxilio¡ tierra, trágame".
Hoy pintaba ser un viernes normal, sabía que tenía que encontrarme con mi hija a eso de las seis de la tarde luego de su pràctica de natación, así es que yo debía procurar terminar con mis ocupaciones para poder llegar a tiempo. Todo transcurría de lo más tranquilo, la reunión programada para el día de hoy estaba confirmada, miré mi reloj y marcaba exactamente las nueve y treinta AM, me dije: justo a tiempo, y me anuncié. De entrada era una oficina amplia, muy bien decorada estilo modernista minimalista, me pareció exagerada, pero en fín, yo iba a hablar de negocios con Diego, un joven empresario con quien tuve conversaciones telefónicas desde tres meses antes de conocernos personalmente, estaba frente a mi, con una amplia sonrisa y un fuerte apretón de manos. La conversación resultó muy fluida, a pesar de recién conocernos en persona, era una charla muy agradable, topamos muchos puntos, èl era un joven encantador no habìa duda, como en todas las conversaciones telefónicas que había tenido. De repente en un momento de la reunión, lo llamó su asistente y él responde de mala gana, le comunica que una persona ha llegado a verlo sin avisar, ylél le dice que lo "despache" que le diga que no está, no me pareció malo, pero un poco descortés de su parte no atender a alguien que llega a visitarlo aunque sea sin avisar, a cuantos nos ha pasado que vamos a ver a un amigo o a un familiar y no avisamos. Me pidió disculpas por la interrupción y continuamos con nuestra charla. En todo momento se portó muy amable, todavía nos tocaba discutir algunos puntos, cuando decidimos recorrer el sitio donde sería el negocio que teníamos planificado, motivo de nuestra reunión.
Salimos del sitio en cuestión y decidimos tomar un café, era un sitio bueno y se veía acogedor, no había mucha gente, pero no nos atendían, entonces, Diego alzó su voz para hacerse notar, cuando llegó el mesero, lo reprendió por la falta de atención oportuna, me quedé helada, no esperaba una reacción así, además no era para tanto, por lo menos, no lo era para mi. Cuando el mesero se fue, reprendido, volteó su mirada hacia mi diciéndome: y bien linda como te la estás pasando ? sólo asentí con la cabeza. Pensé que fue un hecho desafortunado pero cuando el mesero regresó con los capuccinos, Diego volviò a ser al tipo grotesco y prepotente, esta vez, Diego quería una servilleta de tela y no una de papel, luego cuando el joven mesero se fue a buscarle lo solicitado, me guiño el ojo y me sonrió, para mis adentros yo me decía: este tipo está loco, porque ese comportamiento no puede ser normal. Èl me hablaba de sus negocios y su familia que es muy conocida en la ciudad, de que es dueño de esto y aquello...y bla, bla, bla, y para mi era sólo como un zumbido en mi cabeza, sus palabras me sonaban tan vacías e insípidas, nada lo que me decía me parecía interesante o digno de resaltar. Se acercaba la hora de mi vuelo de regreso y yo tenía que retornar a Guayaquil, salté de mi asiento y en tono de asombro le dije: "como pasa el tiempo, debo tomar el avión", él mi apretó la mano con firmeza y me dijo: Espero seamos socios y que esta no sea la ùltima vez que nos veamos, sino el inicio de una bella relaciòn, sólo atiné decirle: Esperemos que así sea. Mi intensión era alejarme de él lo más pronto posible, pero se ofreció a llevarme al aeropuerto, lo cual rechacé pero él muy decidido trataba de persuadirme para que aceptara, finalmente acepté, màs por educaciòn que por puro gusto. El trayecto me pareció eterno, mientras él me hablaba yo sólo pensaba que no podría hacer negocios con una persona así de déspota, que no tuviera consideración con las personas. Al llegar al aeropuerto, me despedí rápido sin voltear hacia él, pero sentí sus pasos detrás de mi, y en un momento dado sentí que lo que según él fue un abrazo, yo sólo sentí que me asfixiaba, me separè como pude, y le preguntè: ¿Quès es lo que se proponìa? Nos acabábamos de conocer y que no era propio, afortunadamente sacò educaciòn de donde no tenìa y me pidió disculpas y no esperó a que entrara, se fue ràdidamente, igual no me quedè a observar como se alejaba del lugar.
En todo este episodio tan confuso y mi casi asfixiante, decidí ir al baño, y ´por una razón inexplicable me entré al baño de hombres¡ Si, de hombres¡ Para mi mala suerte me encontré a un hombre parado haciendo sus necesidades biológicas, como pueden imaginarse GRITE enèrgicamente y mi grito lo escuchò medio aeropuerto, entró el señor de la limpieza, el de seguridad y un supervisor de área, pensaban que me pasaba algo, hasta querían detener al señor que estaba en el baño en ese momento, les expliqué lo sucedido, y ellos solo movieron la cabeza de un lado a otro en señal de reprobación, y fue entonces que me dije: QUIERO SER UN AVESTRUZ¡
Hasta la pròxima.
Hasta la pròxima.
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