Recuerdo como si hubiera sido ayer, cuando luego de 6 largos años de estudio en la escuela, llegaba a su fin. A más del alivio que sentí por haber concluido mis estudios, también estaba el hecho de que me despediría de mis amigas, quizá para siempre. Estas cosas pasan, es ley de la vida, conocemos a personas, compartimos con ellas, pero al final nada es eterno, y tiene que llegar a su fin. No sé porque, pero siempre los momentos más memorables de los cuales tengo recuerdo, sucedieron cuando era niña.
Siempre fui de pocas amigas, pocas pero buenas. Mi mejor amiga se llamaba Vicky Santillán, aunque tuve otras dos buenas amigas: Nancy Sánchez y Fanny Soledispa, el resto más que amigas solo fueron compañeras de aulas, de juegos, de risas, de escondidas.
Reconozco que siempre fui algo rebelde y sentía algo de desdén por el acatamiento de las reglas de la escuela. Como estudiaba en una escuela religiosa, lo típico era, no suban corriendo las escaleras, no salgan corriendo del aula y sobre todo no vayan a la sección prohibida, cosa que mis compinches y yo nunca hicimos caso, por años nos intrigó que es lo que había en la parte prohibida: un lugar secreto donde las religiosas no nos permitían jugar, podíamos ir a cualquier parte del patio excepto aquel lugar. Hasta que un buen día con mi amiga Vicky y Lastenia (otra compañera) decidimos entrar, atravesar aquella puerta a ver que encontrábamos y para nuestra sorpresa era solo un jardín y un pasillo que llevaba a una entrada discreta a la capilla de la escuela, ese era todo el gran misterio¡ Misterio resuelto pero no travesura terminada, porque ahora teníamos un lugar donde escondernos y en el cual sabíamos que nos encontrarían porque nunca se les ocurriría buscarnos allí. Era un premio para nosotras, equivalía a habernos sacado la lotería¡
Pero no todo eran travesuras en mi escuela, puedo recordar todo lo bueno que me enseñaron,y que, hasta el día de hoy recuerdo y aplico en mi vida, gran parte de lo que soy hoy como persona y como mujer es gracias a aquellas profesoras con cabello cano, a las religiosas y al capellán, mis gracias infinitas por siempre. También agradezco por el amor a mi patria que ellos me inculcaron a sentirme orgullosa de ser ecuatoriana, a amar a mi país y a los símbolos patrios. Recuerdo las largas jornadas de ensayo para los 26 de septiembre día de la bandera, porque todo debía de salir perfecto¡ y en efecto es así como salía todo el acto, era un orgullo participar como escuadra¡ Recuerdo con mucho cariño a mi profesor de música y su cantito para afinarnos:
El grillito juguetón
lira, lira, lira
hace pompas de jabón
lira, lira, laaaaa..
Y la preparación para entonar los cantos de la misa a la perfección, como todo ahí debía de ser perfecto. No me arrepiento para nada de las veces que nos corregía y nos animaba a hacerlo bien, por el hecho de que debía de salir como debía y no como nos placía. Hoy me pregunto que hubiera sido de mí sin esa maravillosa enseñanza a la excelencia , tal vez ahora estuviera acostumbrada a dejar las cosas a medias y a nunca terminar nada. Por eso valoro mucho la educación que me dieron además de mis padres, mi escuela, que también forma una parte muy importante en mi vida.
Ahora quien se despide de sus amigas es mi hija, ha sido difícil para ella, siendo única: única hija, única nieta, única sobrina. Sus compañeras de aula han sido más que eso, sus amigas, sus cómplices, sus confidentes; son sus consideradas "bets friends". Tal vez, igual que yo, no vuelva a verlas nunca más, pero los recuerdos que se lleva de su escuela y de los momentos vividos con sus amigas, esos son los recuerdos que perdurarán en su memoria para siempre.
Moraleja: Nadie habla por ciencia sino por experiencia.
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