"Quiero ser un avestruz¡" es una frase que suelo decir cuando algo muy, pero muy penoso me pasa, y, hoy precisamente quería meter la cabeza en la tierra en señal de : Auxilio¡ tierra, trágame". Hoy pintaba ser un viernes normal, sabía que tenía que encontrarme con mi hija a eso de las seis de la tarde luego de su pràctica de natación, así es que yo debía procurar terminar con mis ocupaciones para poder llegar a tiempo. Todo transcurría de lo más tranquilo, la reunión programada para el día de hoy estaba confirmada, miré mi reloj y marcaba exactamente las nueve y treinta AM, me dije: justo a tiempo, y me anuncié. De entrada era una oficina amplia, muy bien decorada estilo modernista minimalista, me pareció exagerada, pero en fín, yo iba a hablar de negocios con Diego, un joven empresario con quien tuve conversaciones telefónicas desde tres meses antes de conocernos personalmente, estaba frente a mi, con una amplia sonrisa y un fuerte apretón de manos. La conversac
ESCRIBIENDO CON EL CORAZON