El elefante entero .Tomado del Libro Despertar
En todos los juicios que yo hago sobre ti, hay un juicio sobre mí mismo… Y ambos son igualmente ciertos o falsos. Mientras piense que yo estoy en posesión de la verdad y tú no lo estás, crearé separación, desigualdad y estableceré las bases para que el sufrimiento se instale en mi vida. Lo mismo ocurre si pienso que tú posees la verdad y yo no.
La realidad es que ambos poseemos una
parte de la verdad y una parte de ilusión. Los dos miramos al mismo
elefante, pero tú ves la cola y yo veo el tronco. Cuando se mira por
separado, la cola y el tronco parecen que no tienen nada en común. Sólo
cuando se ve la totalidad del elefante es cuando la cola y el tronco
unidos, cobran sentido. No importa cuanto me esfuerce, me es imposible
ver el significado de tu parte. La cola no comprende ni el porqué, ni la
razón del tronco. La única forma en la que admitiré tu experiencia es
aceptarla como cierta, de la misma manera que acepto la mía como tal.
Debo dar la misma credibilidad a tus
percepciones que a las mías. Hasta que no establezcamos esta igualdad,
la semilla del conflicto permanecerá entre nosotros. No es necesario que
diga que tú tienes razón y que yo estoy equivocado. No necesito
reemplazar mi verdad por la tuya, o vivir mi vida según tus premisas. Ni
tampoco es preciso que diga que tú estás equivocado y que insista en
que debes vivir tu vida según mis condiciones. Estas exigencias
provienen de la inseguridad y de la falsa creencia de que, para amarnos
los unos a los otros, debemos estar de acuerdo. No es cierto.
Para amarte debo aceptarte tal y como
eres. Es lo único que debo hacer. ¡Pero eso es mucho! Aceptarte a ti tal
y como eres, es una proposición tan profunda, como aceptarme a mí mismo
tal y como soy. Es una tarea formidable, dada mi poca experiencia en
este campo.
Permitir que tengas tu experiencia es
el principio. Aprendo a respetar lo que piensas y sientes incluso cuando
no me gusta o no estoy de acuerdo con ello. Incluso aunque me disguste.
En lugar de hacerte responsable del
dolor que siento en relación a ti, aprendo a enfrentarme a mi propio
dolor. Mi reacción a tu experiencia -positiva o negativa- me proporciona
información sobre mí mismo.
El compromiso conmigo mismo y contigo es trabajar con mi propio dolor, no responsabilizarte a ti de él.
Sólo cuando te devuelva el don de tu
propia experiencia, sin imponerte mis propios pensamientos y
sentimientos sobre ella, te amaré sin condiciones.
Cuando acepte tu experiencia tal cual
es, sin sentir la necesidad de cambiarla, te respetaré y te trataré como
a un ser espiritual.
Mis pensamientos y sentimientos tienen
importancia en sí mismos, pero no como comentarios o acusaciones a tu
experiencia. Al comunicar lo que pienso o siento sin hacerte responsable
de mis pensamientos y sentimientos, acepto mi propia experiencia y
permito que tú tengas la tuya.
En las relaciones, al igual que en la
conciencia, las dos caras de la moneda deben ser aceptadas como iguales.
Una persona no superará el conflicto hasta que la experiencia de ambas
haya sido respetada.
La cuestión no es nunca el acuerdo,
aunque lo parezca. La cuestión es: ¿Somos capaces de respetar nuestra
experiencia mutuamente?
Cuando sentimos que la otra persona nos
acepta tal y como somos, tenemos la motivación para adaptarnos el uno
al otro. Adaptarse es hacerle al otro un lugar junto a nosotros; es no
imponerse ni que se nos impongan.
Una vez que se llega a la adaptación,
ambas partes moran juntas. El hombre y la mujer, el blanco con el negro,
el rico con el pobre, los judíos con los cristianos. Aceptar nuestras
diferencias es honrar la humanidad que tenemos en común, es bendecir
mutua y profundamente la experiencia que compartimos.
De modo que la cola y el tronco
discutirán hasta ponerse morados y ninguno de los dos ganará la
discusión. Ambas experiencias son igualmente válidas. Al permitir que
esto sea posible, el elefante empieza a cobrar forma. Al aceptar la
validez de tu experiencia sin intentar cambiarla, sin intentar que sea
algo más parecida a la mía, mi propia experiencia empezará a adquirir un
mayor significado. Cuando te contemplo como a un igual y no como a
alguien que precisa ser educado, reformado o determinado, el significado
de nuestra relación se revela por sí mismo. Cuando se le da la
bienvenida a cada parte, el todo empieza a tomar forma y resulta más
fácil comprender y apreciar el significado de las partes.
Un mundo que pretende conseguir un
acuerdo, encontrará conflicto y sectarismo. Un mundo que proporciona un
espacio seguro a la diversidad, encontrará la unidad esencial para
convertirse en entero. Frente a los opuestos tenemos dos opciones:
resistirlos o abrazarlos. Si los resistimos, provocaremos un conflicto
entre el yo y el otro. Si los aceptamos, los integraremos como agentes
dinámicos y originaremos una transformación alquímica en el interior del
yo.
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